A TRAVÉS DEL TÚNEL
Túnel de sueño, basura y frío. Túnel de miedo, humedad y ahogo. Túnel de mierda… 4 veces al día recorro este jodido túnel de 365 pasos. 42 veces por semana, contando con el paseíto del sábado al Mercadona. 168 al mes, 1.764 al año… Llevo currando cerca de 30 años, pues eso, echen ustedes mismos la cuenta, cerca de 53.000 veces he visto el final del túnel y después… lo mismo, lo mismo, lo mismo y siempre lo mismo. Toda una vida haciendo lo mismo, viendo lo mismo, respirando lo mismo. Toda una vida pensando que un buen día irrumpiría algo en mi vida y lo cambiaría todo. Me llamo Gerardo Díaz Contreras, vivo desde hace 30 años en Coslada y trabajo en una pequeña cerrajería pegada a las vías del tren. Llevo toda una vida atravesando este mugriento túnel. Después de mucho tiempo repitiendo este camino, el martes pasado decidí poner fin a esta pesadilla, pedí el finiquito al cabronazo de mi jefe y me despedí con un portazo de felicidad. De regreso a casa, barruntaba que esta sería la última vez que atravesaría el maldito túnel cuando me sorprendió junto a la entrada un tipo muy raro, vestido a la antigua y con un gran manojo de globos. Aquel hombre se dirigió a mí y sin decir nada, me regaló uno de sus globos y me invitó a pasar. Según me iba envolviendo la oscuridad, una bailarina vestida de blanco puro apareció de la nada y comenzó a danzar a mi alrededor, mientras un militar escapado de la 2ª guerra mundial correteaba a lo largo del túnel con un avión de juguete. Cada paso que daba se convertía en una nueva sorpresa. Payasos, equilibristas, forzudos, adivinas, gángsters, salidos todos de un circo imposible. Extraños personajes ataviados con fantásticos trajes salían a mi encuentro, regalándome la mejor de sus sonrisas. Hasta un trío de músicos muy refinados acompañaba mi paso lento con una alegre melodía. Aquel túnel pasó de ser la peor de mis pesadillas, al mejor de todos mis sueños y por un instante se borraron de mi memoria cuantas veces lo había atravesado. Ya casi al final del túnel, una potente luz descerrajó mis pupilas, sintiendo casi a ciegas el abrazo de una mujer muy voluptuosa, mientras alguien a mi lado gritaba: “corteeeen”. Una vez fuera caí en la cuenta de que aquel sueño me lo había regalado la gente del cine, que estaban haciendo un videoclis de esos que salen en los 40 superlatinos de una tal Hanna. La verdad de todo esto es que mañana mismo marcho para mi pueblo, con una nueva vida bajo el brazo y con un inolvidable recuerdo de aquel túnel de Coslada. A Joaquín Calle, al equipo técnico y a todo el reparto por su imaginación, paciencia, saber hacer y valentía. Gracias a todos por convertir aquel túnel en el sueño de Alicia. Texto y Fotografía: Carlos Jiménez / photoAlquimia© Postproducción digital: Pilar Balsalobre / photoAlquimia©
¡Muchísimas gracias por este reportaje! Se nos han puesto los pelos de punta!
Un inmenso placer teneros por el túnel, y en la fiesta!
Un fortísimo aplauso…
¡Besos a cholón, y hasta pronto majos!
Me encanto poder ver todo el backstage de este magico video clip!! Enhorabuena… encantada de haber colaborado con Sol en esta aventura!!!